viernes, 10 de abril de 2009


Luego de revisar muchos textos sobre los “huevos de pascua”, he encontrado un relato que creo es el más fácil de entender para todos, espero les guste tanto o más que a mi.

“La palabra “Pascua” proviene de la palabra hebrea “Pesach” con la que los judíos nombran a la festividad en la que recuerdan su liberación y salida de Egipto, mas no debe haber sido esa su primera significación, pues ya en la Biblia, en Exodo 12:21, versión Reina-Valera 95, Moisés dice: “Sacad y buscad corderos para vuestras familias, y sacrificad la pascua”

Aparentemente la celebración fue originalmente una fiesta de pastores que incluía el sacrificio de un cordero joven, con el fin de procurar fertilidad y prosperidad para el ganado y que se celebraba de noche, preferiblemente en luna llena, una vez al año en época de primavera, como rito previo a la salida de los pastores con sus respectivos rebaños en busca de nuevos pastos. Una de las comidas tradicionales de Pascua es el cordero asado; para no olvidar el sufrimiento durante su esclavitud de Egipto, los judíos lo acompañan con hierbas amargas.

Una tradición pascual que siempre me causó curiosidad es la de los “huevos de Pascua”, tal vez porque en Venezuela no se sigue, como tampoco ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos. Por el contrario, en Europa y en Estados Unidos es común esconder “huevos de Pascua” en diversos lugares de la casa o el jardín, para que los niños traten de encontrarlos. La costumbre está asociada además a un famoso “Conejo de Pascua” que –en contra de su mamífera condición– “pone” los huevos, que para más colmo suelen ser de chocolate, están adornados con muchos colores y traen una sorpresa dentro.

Ahora, ¿cómo fue que un conejo y unos huevos llegaron a ser parte de la celebración de la Pascua? Bien, hay varias explicaciones, todas interesantes. Para empezar, en inglés y alemán se utilizan respectivamente las palabras “Easter” y “Ostern” para hacer referencia a la Pascua. Estas palabras nos vienen del nombre de “Eastre” (o “Eostre”), Diosa del Amanecer para los antiguos pueblos anglosajones, pero igualmente Diosa de la Fertilidad para los de Europa del Norte, tal vez porque siempre andaba acompañada de un conejo, símbolo también de fertilidad por su gran capacidad de reproducción. A Eastre se le dedicaba el mes de Abril y con su nombre –del cual provienen palabras como “estro” y “estrógeno”, al igual que la denominación “Este” del punto cardinal– se designaba también a la época de primavera. Por ello Eastre es asimismo la diosa de la resurrección de la tierra y podemos relacionarla, hablando en términos de arquetipos, con la Gran Diosa Madre.

Así que desde hace mucho, fertilidad, feminidad y primavera están entremezcladas, pero falta agregar que la pascua es una fiesta lunar, pues corresponde al primer domingo después de la luna llena posterior al equinoccio de primavera. En algunas culturas, Eastre es también la medidora del tiempo, aunque asociada más con el calendario lunar de meses de 28 días.

Ahora, aparentemente las liebres nacen con los ojos abiertos y por ello los egipcios llamaban a la liebre “Un”, que significa “abierto” o “abrir”, pero que también significa “período”, de manera que el conejo se volvió eventualmente símbolo del ciclo o período lunar. El salto para convertirse en “Conejo de Pascua” fue cuestión de tiempo.


Menciones escritas de un conejo como símbolo de Pascua aparecen ya en el siglo XVII en Alemania y los primeros comestibles con figura de conejos también se elaboraron en ese país, a principios del siglo XIX, a base de pasta y azúcar.

Alemania es el país europeo donde está más arraigada la costumbre de regalar golosinas con la forma de esos roedores y fueron los inmigrantes alemanes quienes trasladaron la tradición a Estados Unidos.

Hay una historia que “cristianiza” al conejo, que me parece muy simpática: cuando llevaron el cuerpo sin vida de Jesús a la cueva destinada para su sepulcro, había dentro un conejo escondido que veía a la gente que entraba y salía muy triste por el suceso. Al sellar el sepulcro, el conejo quedó encerrado dentro, de manera que pudo ser testigo del milagro de la resurrección. Cuando Jesús salió de la cueva, detrás lo hizo el conejo resuelto a anunciar la buena nueva, pero como no podía hablar, decidió entonces hacer pasar el mensaje por medio de… ¡huevos pintados!


Respecto de los huevos de Pascua, el asunto es antiguo también. En la celebración de Pascua de los judíos, el huevo simboliza el duro corazón del Faraón que los mantenía cautivos en Egipto. Es evidente que por su propia naturaleza, el huevo es símbolo de fertilidad en muchas culturas, y por asociación, de esperanza y de renacimiento; de manera que no es raro que se regalaran huevos en los festivales de primavera de los antiguos germanos, chinos, romanos, persas y egipcios, entre otros, y que tiempo después el huevo se convirtiera también en símbolo de Cristo resucitado.


Parece que en Egipto se decoraban los huevos a obsequiar, pintándolos con tintes de origen vegetal y luego se colocaban como adorno de las casas. Por el lado cristiano, en un principio el ayuno cuaresmal incluía a los huevos como alimento del cual abstenerse; como la prohibición no podía impedir que las gallinas y otras aves siguieran poniendo huevos, entonces los fieles los iban guardando hasta que terminaba la cuaresma, momento a partir del cual los intercambiaban como parte de la celebración.

Respecto de cómo es que un conejo llega a poner huevos, hay quienes dicen que los nidos de liebres y de chorlitos son muy parecidos, y los chorlitos a veces abandonan los suyos para alejar a los depredadores; así, es posible encontrar lo que parece un nido de liebre con huevos en su interior y que la confusión haya dado origen al mito. En lo personal prefiero como fuente, la historia en la que en una mañana de algún Abril, cuando gansos del norte llegan a poner huevos, unos niños entraron en un granero. Un conejo que estaba dentro salió huyendo al percibirlos y luego los niños encontraron un huevo; la imaginación infantil hizo la conexión y fue así que un conejo dejó tras de sí un huevo de regalo en el granero.”
Tomado de: www.elcuentador.com

1 comentario:

  1. A propòsito de este artìculo tan interesante quiero compartir con ustedes una frase que lei hoy en un correo que recibì.

    "Todos somos ignorantes, pero no todos ignaoramos las mismas cosas" Einstein

    Ese tema de los huevos de pascua nisiquiera estaba entre las cosas que sabìa debia averguar.

    Gracias Dra. por ayudarme a ser un poco menos ignorante.

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