Me he encontrado con este maravilloso artículo del New York Times, que quiero compartirles.
Stephanie
Cacioppo y su esposo, John Cacioppo, son neurocientíficos de la Universidad de
Chicago. (CreditWhitten
Sabbatini para The New York Times.).
“Durante años, la ciencia ha relegado al amor
a un instinto básico, casi como una adicción que no tiene cualidades que la
compensen”.Así
lo dice Stephanie Cacioppo. No es una evangelista del movimiento New
Age predicando enfrente de parejas durante un retiro espiritual, sino
una neurocientífica de la Universidad de Chicago que ha dedicado buena parte de
su carrera a mapear las interacciones que provoca el amor en el cerebro. Sus
investigaciones y algunas otras teorías que ha desarrollado la han confrontado
con otros científicos que describen el amor romántico como una emoción o
impulso primitivo, incluso una droga.
Con
el uso de escaneos cerebrales, la Dra. Cacioppo ha recopilado datos que
sugieren que enamorarse activa no solo el cerebro emocional, sino las regiones
involucradas con actividades intelectuales y de cognición de alto nivel. “Eso
significa que es posible que el amor tenga una función real: no solo poderse
conectar emocionalmente con las personas, sino mejorar nuestro comportamiento”,
dijo.
La
Dra. Cacioppo afirma que hay beneficios mentales y físicos de todo tipo que
provienen de estar enamorado. Dice que puede ayudarnos a pensar más rápido, a
anticipar mejor los pensamientos y comportamiento de los otros o a recuperarnos
con mayor rapidez de una enfermedad. “Las pruebas empíricas que he hecho en mi
laboratorio sugieren que, de muchas maneras, cuando estás enamorado eres una
mejor persona”, dijo.
Hablar
por solo un rato con la Dra. Cacioppo es suficiente para comprender lo
optimista que es respecto al romance tradicional, sobre todo en un mundo en el
que el divorcio es común, las tasas de casamiento han bajado y cada vez hay más
formas de relacionarse, como el poliamor. Aunque reconoce que es saludable que
haya muchas maneras de estar en relaciones, cree que todos estamos en busca de
ese “amor verdadero” que nos va a completar, que los humanos estamos
predispuestos a la monogamia y que hay evidencia biológica indirecta de cosas
sacadas de los cuentos de hadas como el amor a primera vista.
“Tu cerebro ya sabe que amas a esa persona antes de que tú mismo lo sepas”.
DRA. CACIOPPO, NEUROCIENTÍFICA
El
primer caso que estudió fue el de sus propios padres. Creció a las afueras de
Chambéry en los Alpes franceses y recuerda que sus padres se quedaban viendo
con ensueño a los ojos y que siempre estaban agarrados de las manos. Cuando era
niña pensaba que el vínculo entre sus padres era casi mágico, como si hubieran
desarrollado una conexión telepática. Y
después estudió la biología detrás de ese comportamiento, que también es
bastante mágica: hay maneras, dijo, en las que el sistema de neuronas espejo
nos ayuda a predecir lo que va a hacer una pareja antes de que lo haga,
mientras que verse a los ojos o darse las manos aumenta los niveles de
oxitocina, un neuropéptido que incrementa los sentimientos de empatía y
confianza hacia alguien.
En un
experimento de la Dra. Cacioppo y de su equipo, los participantes usan capuchas
con sensores para electroencefalogramas mientras ven diferentes imágenes y se
estudian sus movimientos oculares con un sistema infrarrojo.CreditStephanie Cacioppo
Su
primer gran hallazgo en temas del amor surgió a principios de su carrera,
cuando era una investigadora de posdoctorado en Dartmouth College. En varios
experimentos le mostró a los participantes imágenes y nombres de personas –de
desconocidos, de amigos neutros y de sus parejas– y usó técnicas de resonancia
magnética para ver qué secciones del cerebro se activaban al verlas.
Utilizó
los datos para diferenciar el amor pasional y romántico –de otras emocionas más
básicas (como la felicidad) y de otros tipos de amor (el maternal, por
ejemplo)–, pero también para identificar doce diferentes regiones cerebrales
que eran activadas por este tipo de amor.
“Lo
que se me hizo fascinante es que podías ver que el amor tiene su propio patrón
cerebral, como un plano”, dijo la doctora. (Según algunos investigadores, otras
emociones como el enojo y el desagrado también muestran oscilaciones eléctricas
cerebrales propias).
Después
utilizó electrodos para medir qué tan rápido se activaba esta “red neuronal del
amor” cuando los participantes veían a alguien de quien estaban enamorados.
El
resultado la sorprendió: “Tardó menos de medio segundo, lo que es
preconsciente. Entonces tu cerebro ya sabe que amas a esa persona antes de que
tú mismo lo sepas”.
Claro
que el ambiente estéril de un laboratorio de neurociencias es muy distinto al
del mundo real. Pero estos experimentos permitieron que la Dra. Cacioppo y sus
colegas pudieran identificar un área específica del cerebro –el giro o
circunvolución angular– que parece ser más sensible al amor. Mientras más
apasionadamente enamorada decía estar una persona, más se prendía esta zona.
Ubicado
detrás de la oreja, el giro angular solo se encuentra en simios y humanos, lo
que significa que se desarrolló durante una etapa tardía de la evolución, y ha
sido vinculada a la creatividad y el pensamiento abstracto.A
la Dra. Cacioppo le gusta llamar a esta zona “el pequeño robot en tu cabeza”:
aquel que nos ayuda a procesar los idiomas y números y que gestiona datos autobiográficos
complejos y profundos, como la percepción de uno mismo y la “teoría de la
mente”, la capacidad para reconocer y atribuir ciertos estados mentales (como
los deseos y pensamientos) a uno mismo o a otros.
“La gente tiene esta idea equivocada de que, cuando estás en las primeras
etapas del amor, estás distraído y no te concentras en el trabajo, pero al
contrario”. DRA. CACIOPPO
Así
que enamorarse, según la Dra. Cacioppo, es como ejercitar intensamente el giro
angular. “La manera en la que lo fortaleces es al formar nuevas asociaciones…
aprender, viajar, explorar nuevos conceptos y culturas y, sí, enamorándote”,
dijo. “Y dado que el giro angular está conectado a tantas partes integrales del
cerebro, el hacer conexiones ahí te ayuda a ser más sagaz para otras
situaciones que no necesariamente tienen que ver con tu pareja sentimental”.
Espera
que su investigación invite a la gente a tener un punto de vista más abarcador
sobre el valor del amor romántico.
“La
gente tiene esta idea equivocada de que, cuando estás en las primeras etapas
del amor, estás distraído y no te concentras en el trabajo, pero al contrario”,
dijo. “Con base en esta ciencia, quizá queramos contratar a personas que están
apasionadamente enamoradas porque probablemente estarán más motivadas y serán
más creativas en el aspecto laboral”.
Amor o lujuria
La
neurociencia involucra algo de trabajo de detective; hay que seguir
corazonadas, revisar mucha evidencia y eliminar pistas falsas. Para dilucidar
bien cómo influye el amor en el cerebro, la Dra. Cacioppo necesitaba hacer más
que identificar las regiones cerebrales que se activan con estar enamorado:
tenía que separar el amor de su compañera cercana, la lujuria.
Una
zona del cerebro que tiene algo de pistas sobre la relación entre el romance y
el deseo se llama la ínsula, dentro de la corteza cerebral. Se divide en dos
partes: una ínsula posterior más pequeña (que registra el dolor, el calor y el
contacto sensual) y una ínsula anterior algo más grande que puede ayudarnos a
entender esos sentimientos y que, se cree, está involucrada en el pensamiento
abstracto.
En
sus estudios con resonancia magnética funcional (fMRI, por su sigla en inglés),
la Dra. Cacioppo halló que la ínsula posterior se estimulaba más por
sentimientos de deseo sexual y la ínsula anterior, por los de amor. Esta
investigación apuntaba a que la ínsula está relacionada, de alguna manera, con
nuestra capacidad de formar y mantener relaciones amorosas.
En
vez de ver el deseo sexual como un opuesto total al amor, la investigación de
la Dra. Cacioppo la ha llevado a pensar en ambos como parte de un espectro. Las
sensaciones más viscerales relacionadas a la lujuria a veces pueden llevar a
sentimientos más abstractos de amor. “Un deseo sexual fuerte, cuando es
correspondido y coactivado con el amor, puede promover la fidelidad, un amor
duradero y la monogamia”, dijo.
Pero, aunque el amor y la lujuria se complementan, la doctora advierte
que no son requisitos previos el uno para el otro y que son sentimientos
complejos que pueden cambiar con el paso del tiempo: el amor puede
profundizarse y el deseo sexual desvanecerse.
CreditWhitten Sabbatini for The New York Times
The Cacioppos share the same office and even the same desk. “I wouldn’t necessarily try this at home,” John joked.
Resultados a partir de la ciencia.
Cacioppo,
de 43 años, ha dedicado buena parte de su vida académica al amor, pero por
mucho tiempo no tuvo un contacto personal con el fenómeno. Salía con personas
de vez en cuando y nunca tuvo un novio en serio.
“Parecía
que estaba casada con mi trabajo”, dijo.
Hasta
hace seis años cuando, durante una conferencia en Shangái, terminó sentada
junto al neurocientífico de la Universidad de Chicago John Cacioppo.
Él
dedicaba su investigación a lo opuesto que ella: la soledad. En un principio,
no tenían en mente estar juntos; incluso cada uno llegó a decir que nunca
tendría planes de casarse. Aunque la investigación de ambos demuestra la
importancia de establecer conexiones humanas y del posible daño al no hacerlo.
Algunos de los datos de los estudios de John Cacioppo mostraban que quienes
sufren de soledad son más propensos a morir de manera prematura.
Aun
así, ambos pensaban que estaban felices con sus vidas académicas solitarias y
ninguno se sentía solo. “Uno de los secretos para una buena relación es que te
atraiga alguien por elección y no por necesidad”, dijo John, de 66 años. “No
estábamos corriendo de algo, sino moviéndonos a algo que sería único”.
Las
primeras citas fueron durante las conferencias científicas, pues él estaba en
Chicago y ella en la Universidad de Ginebra, en Suiza. Pero cada vez se volvía
más difícil separarse. Se casaron en 2011 en París y Cacioppo dejó atrás su
apellido de soltera, Ortigue, y se sumó al equipo de la Facultad de Medicina
Pritzker de la Universidad de Chicago, donde ahora dirige el Laboratorio de
Dinámica Cerebral.
“Uno de los secretos para una buena relación
es que te atraiga alguien por
elección y no por necesidad”.
JOHN CACIOPPO, NEUROCIENTÍFICO
Ahí
comparten oficina –la señalización de la puerta dice
“Los Cacioppos”– y hasta
escritorio.“No
recomiendo
intentar esto en casa”, bromeó John, al decir que la sinergia
que
tiene con su esposa no necesariamente es la idónea
para otras parejas ni la
típica para todos los romances
pasionales.